Qué
hermosa es la amistad, la verdad uno entiende a Epicuro, o a Sócrates, tras
pasar un buen rato con un buen amigo. El otro día me compré una libreta, al
abrirla me di cuenta de que era muy brillante y femenina, demasiado para mí,
pero perfecta para mi buena amiga Alicia. A Alicia le gustan mucho las cosas
brillantes, sobre todo los zapatos, se los compra de charol, y si por ella
fuera tendría muchos pares. A mí me divierte mucho, ya que no veía zapatos de
charol desde que era niño y me los ponían para las bodas, los recuerdo tan
estrechos como brillantes, y no me gustaba nada llevarlos porque me hacían daño
y me parecían de niña. Me encanta verlos abrigando los pies de Alicia.
Esta es la dedicatoria que le
he puesto en la libreta:
Una libreta brillante para mi
amiga Alicia
Brillante
es tu cara, tu mirada y tu sonrisa,
y la
luz que desde lo más hondo de tu alma,
tu ser
irradia:
clara
como la luna, desnuda como el pico
de una
montaña, pura como el mar.
Y
lo mejor de todo es que tú no lo sabes,
crees
ser normal, del montón, ordinaria,
como
un gris ser más que invisible pasea
en
un gris día lejano a la primavera.
Pues
no, brillante eres, brillante y clara,
desnuda
y brillante, brillante y pura,
no temas
más Alicia, a tus dos poetas
has
encontrado, y ellos te cantarán,
y tú,
cantaras con ellos, con tu verde voz
de
ninfa de los bosques, verde como
los
prados, la primavera, la esperanza.
Brillante
es tu cara, tu mirada y tu sonrisa,
y la
luz que desde lo más hondo de tu alma
tu ser
irradia.
Brillante
es tu cara, brillantes son tus ojos,
brillantes
tus dientes,
brillante
son tus ropas, negras y brillantes,
brillante
el charol de tus zapatos,
y brillante
es ahora también tu libreta.
A.M.B.
Marzo de 2013
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