Nací afortunado
Pues
sí, nací afortunado, lo reconozco,
perdí
hace tiempo el miedo a admitirlo.
¿Debo
justificarme por amar al mundo?
No
lo creo, pues para ver al mundo sonreír
no
hay más que elevar el rostro al cielo
dos
días después de la luna nueva,
y
para verlo en toda su plenitud,
pasear
por el campo cuando está llena.
Pues
sí, nací afortunado, lo reconozco,
pero
mientras los demás duermen,
sentado
ante el papel disfruto escribiendo,
y
tengo la maravillosa sensación
de
ir por delante de todos, de todo,
del
Sol que está por nacer ante mis ojos,
de
mi pereza, de mi desidia, de esa horrible
apatía
que te obliga a vivir muriendo.
Pues
sí, nací afortunado, lo reconozco.
Es
sábado por la mañana,
acaban
de dar las siete,
suena
un vals de Tchaikowsky y vivo
enamorado.
De
la música, la poesía, mis amigos,
mi
familia y vosotros, mis hermanos.
Pues
sí, nací afortunado, lo reconozco,
y
estoy harto de tener que disculparme.
Nací
afortunado y afortunado moriré,
y a
mi paso
mis
lágrimas de emoción al oír a Beethoven,
o
al leer Victor Hugo, o al escribir,
regarán
las flores del mundo
envolviéndome
de la eterna primavera.
A.M.B.
Marzo de 2013
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