domingo, 3 de marzo de 2013

Nací afortunado



Nací afortunado

Pues sí, nací afortunado, lo reconozco,
perdí hace tiempo el miedo a admitirlo.
¿Debo justificarme por amar al mundo?
No lo creo, pues para ver al mundo sonreír
no hay más que elevar el rostro al cielo
dos días después de la luna nueva,
y para verlo en toda su plenitud,
pasear por el campo cuando está llena.

Pues sí, nací afortunado, lo reconozco,
pero mientras los demás duermen,
sentado ante el papel disfruto escribiendo,
y tengo la maravillosa sensación
de ir por delante de todos, de todo,
del Sol que está por nacer ante mis ojos,
de mi pereza, de mi desidia, de esa horrible
apatía que te obliga a vivir muriendo.

Pues sí, nací afortunado, lo reconozco.
Es sábado por la mañana,
acaban de dar las siete,
suena un vals de Tchaikowsky y vivo
                                      enamorado.
De la música, la poesía, mis amigos,
mi familia y vosotros, mis hermanos.

Pues sí, nací afortunado, lo reconozco,
y estoy harto de tener que disculparme.
Nací afortunado y afortunado moriré,
y a mi paso
mis lágrimas de emoción al oír a Beethoven,
o al leer Victor Hugo, o al escribir,
regarán las flores del mundo
envolviéndome de la eterna primavera.




A.M.B.
Marzo de 2013

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