Francisco Rubén Rosa - Por Violeta García Server
Oda a la perilla romántica
En
el número uno de la avenida CampoAmor
habita
una perilla romántica,
que
desde las alturas del séptimo A
solemnemente
contempla Salamanca.
De
los hercúleos altavoces suena
una
eterna y romántica melodía
que
se desenvuelve y gira en torno a sí misma,
la
cuarta de Johannes, de apellido: Brahms.
Elegantemente
la perilla enmarca
una
boca de finos labios y tierna sonrisa
evitando
que las lágrimas que de Brahms brotan
saladas,
se introduzcan en la boca.
Treinta
y tres mil trescientos treinta y tres
son
los pelos que conforman el todo
de
tan sublime y romántica perilla,
cada
uno único y cada uno hermanado.
Y
cuando por las calles pasea
de
ella nace un ser mistérico y extraño,
enfundado
en negro, negro pelo, negra gabardina,
negra
noche en la que la luna brilla .
En
el número uno de la avenida CampoAmor
habita
una perilla romántica,
que
desde las alturas del séptimo A
solemnemente
contempla Salamanca.
Una
perilla que no es de ayer, ni de mañana,
que
muere y vive en el hoy,
no
pudiendo ser de otra manera,
es atemporal
y eterna, perenne y duradera.
La
perilla romántica pasea por el río,
y
las truchas del Tormes saltan
a
la búsqueda de una palabra, de un verso,
que
de ella surja desafiando el frío.
Y muchos
vienen en peregrinación,
de
distantes y remotos lugares,
quien
la acaricia, dicen,
podrá
sentir su más honda emoción.
¡Oh
perilla romántica! Dulce vello,
que
brilla con luz propia,
cortas
y suaves púas, repletas de armonía,
que
allá por donde pasan, dejan poesía.
bella
y hermosa, justamente orgullosa,
sin
más armas en la mano,
que
una pluma y tu eterna rosa.
En
el número uno de la avenida CampoAmor,
habita
una perilla romántica,
que
desde las alturas del séptimo A,
solemnemente
contempla Salamanca.
A.M.B.
Marzo de 2013
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