lunes, 11 de marzo de 2013

Oda a la perilla romántica


Francisco Rubén Rosa - Por Violeta García Server

Oda a la perilla romántica

En el número uno de la avenida CampoAmor
habita una perilla romántica,
que desde las alturas del séptimo A
solemnemente contempla Salamanca.

De los hercúleos altavoces suena
una eterna y romántica melodía
que se desenvuelve y gira en torno a sí misma,
la cuarta de Johannes, de apellido: Brahms.

Elegantemente la perilla enmarca
una boca de finos labios y tierna sonrisa
evitando que las lágrimas que de Brahms brotan
saladas, se introduzcan en la boca.

Treinta y tres mil trescientos treinta y tres
son los pelos que conforman el todo
de tan sublime y romántica perilla,
cada uno único y cada uno hermanado.

Y cuando por las calles pasea
de ella nace un ser mistérico y extraño,
enfundado en negro, negro pelo, negra gabardina,
negra noche en la que la luna brilla .

En el número uno de la avenida CampoAmor
habita una perilla romántica,
que desde las alturas del séptimo A
solemnemente contempla Salamanca.

Una perilla que no es de ayer, ni de mañana,
que muere y vive en el hoy,
no pudiendo ser de otra manera,
es atemporal y eterna, perenne y duradera.

La perilla romántica pasea por el río,
y las truchas del Tormes saltan
a la búsqueda de una palabra, de un verso,
que de ella surja desafiando el frío.

Y muchos vienen en peregrinación,
de distantes y remotos lugares,
quien la acaricia, dicen,
podrá sentir su más honda emoción.

¡Oh perilla romántica! Dulce vello,
que brilla con luz propia,
cortas y suaves púas, repletas de armonía,
que allá por donde pasan, dejan poesía.

¡Oh perilla romántica! Al mundo te enfrentas
bella y hermosa, justamente orgullosa,
sin más armas en la mano,
que una pluma y tu eterna rosa.

En el número uno de la avenida CampoAmor,
habita una perilla romántica,
que desde las alturas del séptimo A,
solemnemente contempla Salamanca.




A.M.B.
Marzo de 2013

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