domingo, 3 de marzo de 2013

Adivina adivinanza IV



Adivina adivinanza

Soy joven, muy joven. El mundo es un lugar nuevo para mí. Noto al nacer mucha expectación sobre mi persona, y por más que lo pienso, no sé por qué. A menudo la gente confunde mi frío con timidez. La verdad es que tiendo a encerrarme en mi mismo. A veces nazco rodeado de espinas, otras en la dura corteza e incluso a veces en la tierra; como todos, soy hijo de la madre naturaleza. La gente me adula y me dice que voy a ser muy guapa de mayor pero yo ahora me siento niño, ¿por qué no dirán guapo? Todos parecen muy contentos de verme pero siento sobre mí una presión casi insoportable. Cuando veo a los estudiantes enamorados pasar a mi lado, cada día noto como me examinan y me animan: -“Ya queda poco” – les oigo decir. El otro día voló alrededor mío una abeja, me miro con lascivia, me guiñó un ojo, batió sus alas en pose juguetona y me dijo en un tono muy sensual que ya nos veríamos; me sentí aturdido en mi tierno ser. Una colorida mariposa voló torpemente a mi alrededor, me miraba con recelo, como si fuese una amenaza para ella:
-Yo también fui una oruga, y mírame ahora, soy la más guapa de todas las especies. Tengo muchos colores, y tú solo tendrás uno. Te crees que me siento amenazada por ti. ¡Pff! – y continuo orgullosa su vuelo en busca de alguna joven pareja que la pudiese admirar.
Esta mañana, al alba, llorando me encontró un ruiseñor y pena le debí dar:
-¿Por qué lloras? – Me dijo me dijo con ternura.
-Los hombres no me dejan disfrutar de mi niñez. Las abejas me miran de una forma que no entiendo. Todo el mundo dice que voy a ser guapa de mayor pero yo me siento niño – le dije entre sollozos – ábrete, me instan, pero yo tengo frio. Encima la mariposa está enfadada conmigo y no sé por qué. No me prestarías tus alas para que pueda volar a un lugar donde me dejen tranquilo.
-¡Oh tierno y bello ser! – contestó- no llores más, no temas. Algún día adornaras la primavera, los prados, las casas, los sombreros, el pelo de las gitanas cuando salgan a bailar. La gente te regalará para demostrar su amor y al verte a muchos recordarás la magia de la creación.
-¡Pero yo solo quiero ser niño! – sollocé- dime Ruiseñor, ¿soy una oruga?, ¿qué es una oruga?
-No, no eres una oruga- contesto sin poder ocultar una leve sonrisa -Solo te diré, que un poeta irlandés que a mí me escribió, dijo que contenías toda la primavera.
Entonces el ruiseñor me acarició con su suave plumaje y con su pequeño pico me beso, mis pegajosas lagrimas se adhirieron a sus alas. Me cantó una nana con su bella voz. Sintiéndome mejor, consolado por su amor, curioso le pregunte:
-Dime Ruiseñor, ¿qué soy?




A.M.B.
Mayo de 2011

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