jueves, 24 de abril de 2014

Romance de Don Juan della Torre, “El Caballero de la inagotable sonrisa”






Romance de Don Juan della Torre, “El Caballero de la inagotable sonrisa”

Cuentan los ancianos sabios
que allende los siete mares
nació un caballero honrado
excelso entre sus pares.
Niño de dorados bucles
y enorme y franca sonrisa
fue educado en las armas
creciendo fuerte muy aprisa.
No descuidando las letras
se encerró buscando una pista
mas fue engañado por conjuro
de una bruja astuta y lista
chocó con un grueso muro
y le dio por ser tomista.

Cabalgaba nuestro héroe
por las planicies de Luján
y encontrose con una dama
que ofreciole agua y pan,
al momento tuvo la certeza
de que en toda su corta vida
nunca vio semejante belleza,
y desmontando del caballo
arrodillose ante ella
jurándole amor eterno
y alabándola por bella.

“Decidme vuestro nombre
insigne dama hermosa
yo seré vuestro hombre
vos serás mi roja rosa”

“Soy Doña Beatriz de Luján”,
contestole con voz de mirlo,
y el enamorado caballero
gozó de felicidad al oírlo.

Mi nombre es Juan della Torre,
mas por la fuerza de mi brazo
soy en toda la Pampa conocido
por nombre férreo como un mazo,
que no entró en octosílabo
no sé bien de dónde me vino
más por virtuosa nobleza
se versó en alejandrino.

“El Caballero de la inagotable sonrisa,
-dijo sonriendo feliz, erguido y orgulloso-
si me lo permitís os cortejaré sin prisa,
aceptadme y hacedme el hombre más dichoso.”

Redoblaron las campanas
los amantes se casaron,
y en eterna luna de miel
felices se instalaron.

El valiente caballero
entendió que debían marchar
y en busca del santo grial
intrépidos echaron a andar.
Al oriente más lejano
llegaron tras cruzar el mar,
donde el arte de la guerra
aprendió de un viejo samurái.
Los orientales sorprendidos
se asomaban a verla pasar
nunca vieron mujer alguna
de tal etérea belleza sin par
¡Oh Doña Beatriz de Luján!

Por fin llegaron a España,
en busca de su linaje,
cruzándose en el camino
con un hombre de fino traje.
Resultó ser buen poeta,
y convirtiose en hermano,
convenciole con su verso
de hacerse agustiniano.
Atrás quedó el tomismo,
Don Juan si cabe mejorado,
no volvió a ser el mismo.

Cuentan que cabalgando va,
luchando siempre por su causa,
por el nombre de su amada
no se concede ni una pausa.
Escribiendo su leyenda,
es valiente en la batalla,
en la Machi o el Vaticano
aclamado allá donde vaya.
Valeroso en su creer,
es el último de su estirpe,
y su fe pétrea es su poder.

¡Oh Don Juan della Torre,
caballero del ayer,
asustado el mal corre
al ver tu figura aparecer,
tu implacable y férreo brazo
nunca jamás des a torcer,
desfaciendo entuertos vives
haciendo el bien crecer!



 A.M.B.
Mayo de 2014