lunes, 8 de febrero de 2016

En el jardín de la Casería

En el jardín de la Casería

Estabas tan graciosa en la suave
luz invernal de la mañana,
envuelta en el alegre manto
del cantar de los pajarillos.
Tan gracioso tu largo y elegante cuello
que nacía de tu pelo recogido
desembocando en el firme trazo de tus hombros.
Tan graciosos tus dedos manchados de tinta negra
del rotring con el que desordenadamente
anotabas ideas en tu cuaderno
con letra de niña inocente.
Tan graciosa tu presencia verde y callada,
de planta que aguarda la primavera.
Tan graciosa estabas
que el jardín que te enmarcaba
parecía emanar de tu esencia.



A.M.B.
Febrero de 2016

viernes, 22 de enero de 2016

Adivina adivinanza XXII

Adivina adivinanza XXII

Soy un haz de luz
que nunca se extingue
expandiéndose
en constante purga con la nada.
Habitan en mí
todas las posibilidades del universo
mas tan sólo las elegidas
se materializarán,
y es que existo
en ese lugar previo a la materia;
soy pura abstracción,
corre por mis venas la ilusión,
soy un amanecer
que anunciando un nuevo día
le falta algo para ser todavía.
Estoy fuera del tiempo
y cuando muero
echa este a rodar.
Nada me precede,
y sin embargo,
me sucede el infinito.
Soy la semilla
de la que brotan las ideas,
el capullo en el que florece la vida,
el germen de la creación.
Soy, seré, fui,
la primera nota,
el primer compás,
de toda canción.

¿Qué soy?





A.M.B.

Diciembre de 2014

miércoles, 20 de enero de 2016

Mi fortuna

Mi fortuna

Soy tan rico
-y tan pobre-
como el amanecer,
o como el sonido
de las olas que mueren
en la arena de la playa,
o como el canto de los pájaros
que llena el silencio del campo.
Toda la plata de la luna
que ilumina la noche,
y el oro efímero que el sol
de la tarde derrama,
me pertenecen;
¡son míos!
Y dime, hoja en blanco,
¿dónde puedo yo amasar
tan fecundo patrimonio?



A.M.B.

Enero de 2016

sábado, 2 de enero de 2016

Desayuno sin los niños

Desayuno sin los niños

Ya no quedan niños,
y la vieja casa grande
se ha hecho aún más grande,
                   inmensa.
Un silencio se pasea
triste por los altos techos
sabiendo que no será
interrumpido por griteríos,
llantos y risas.

Ya no quedan niños,
y con ellos se han ido
los discursos atropellados,
y el asombro
por las cosas cotidianas:
por un palo con
forma de serpiente,
por una lagartija,
por un escarabajo
o por una vieja encina caída.

Ya no quedan niños,
ni uno,
ni un solo moflete suave,
ni un solo rizo despeinado,
ni una sola mirada despierta
entre curiosa y tímida,
ni una sola sonrisa conteniendo
toda la inocencia perdida,
ni un ceceo,
ni una sola vocecilla
con timbre de pájaro.

Ya no quedan niños,
y su ausencia deja un vacío
que pesa sobre la vieja casa,
oprimiendo el pecho,
quitándole brillo a la luz.

Ellos no lo saben
pero los niños son
la chispa que enciende
la llama de la vida,
un infinito de posibilidades
aún por definirse,
la eterna esperanza
de un mañana mejor.


A.M.B.
Enero de 2016