Sobre la
naturaleza del Arte- Viaje de la mano de Oscar Wilde a la esencia del Arte
Que mejor manera para empezar a
escribir sobre tan apasionante y abstracto tema que escuchando la novena de
Beethoven. En el momento que entra el coro, hacia el final, Ludwig van
Beethoven parece gritarle al mundo: -¡Queréis saber lo que es el arte, queréis
entender su naturaleza, pues aquí está, Dios os lo envía a través mío! El genial
alemán no fue más que artista en toda su vida. Su música fue su bendición, su
sino, su porqué, su alimento, su maldición, su vida, su creación, su alegría,
su tristeza y finalmente su perdición. En otra más de las maravillosas
paradojas de la creación, aquél que solo veía música, aquel que no más que
música podía pensar, perdió el oído y no pudo disfrutarla más. Ni aún así pudo
dejar de componer. Ese es el arte de Dios.
En este ensayo trataremos de entender y explicar la
naturaleza del Arte y del Artista. El concepto de arte es muy escurridizo; al
escuchar a Beethoven, leer a Cervantes o ver una escultura de Bernini, todos
sabemos que estamos ante Arte en mayúsculas, pero, ¿somos capaces de describir
su naturaleza? Eso trataremos.
Primero haremos una distinción puramente subjetiva de las
diferentes expresiones artísticas. Después pasaremos a describir al Artista
inspirados en el cuento “The Nightingale and the Rose” de Oscar Wilde. Por
último intentaremos acercarnos lo más posible a desvelar la naturaleza del Arte
mismo. También en este caso muy influenciados por el mismo Wilde y los
destellos que deja caer sobre el tema en su magistral “De profundis”. La razón
por la que tomaremos tan en serio a Wilde es porque es él, prototipo de artista;
es arte y poco más. A lo largo de su vida mostró al mundo una imagen muy
premeditada, estudiada hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, fue en el “De
Profundis” cuando tras caer en desgracia, desde prisión y a ratos con un tono
de amante despechado; se desnudo al mundo, mostrando así su cara más
vulnerable, su esencia, su humanidad.
El discurso del ensayo será necesariamente subjetivo, lo
cual puede parecer una obviedad, ya que todo ensayo se basa en ideas o
impresiones subjetivas, argumentadas de forma racional. Si no fuera así se
trataría de un tratado, valga la redundancia. Los tratadistas deben estar
absolutamente en posesión de su verdad, deben haber llegado a dogmas. Dada la
naturaleza escurridiza del tema ya mencionada antes, se intentará explicar de
la misma forma que una poesía explica un sentimiento, a veces con acertada
exactitud pero siempre dependiente de la empatía del lector.
Discutida ya la forma y la estructura del ensayo pasemos a
la más que agradable tarea de enfrentarse en duelo a la hoja en blanco. A veces
tan abusona, inmensa, infinita. Otras débil, pequeña; indefensa ante la espada
de la poesía. Infrinjámosle pues cicatrices a esta nuestra compañera, nuestro
camino, nuestra amante.
Las
diferentes expresiones del arte
Dividiremos el Arte en tres: plástico, musical y
literatura. Cada una de estas expresiones apela a diferentes sentidos, aunque
también comparten muchas cosas. El arte plástico apela a la vista, sublima el
color y la forma. La música apela al oído, sublima el ruido. La literatura entra
por los ojos pero apela directamente al intelecto, sublima la palabra. Un
sofista diría que el arte pictórico apela también al intelecto, que la música
también tiene forma y color y que la palabra también es ruido cuando sale de la
boca, y así sucesivamente. Nosotros no más intentamos hacer una diferenciación
intelectual entre las tres para intentar entenderlas, llegar a su esencia.
El arte plástico sugiere. Narra una historia, un momento,
una idea, pero está limitado por la inamovilidad. El artista debe encontrar en
la iconografía un lenguaje con el que transmitir y a través de su pincelada y
composición hallar dinamismo. Es en el arte pictórico donde el artista se
recrea más en la belleza formal. Utilizando recursos de la naturaleza, los
manipula a su antojo hasta conseguir plasmar, con mayor o menor exactitud,
dependiendo del talento y el virtuosismo, lo que buscaba. El arte pictórico busca plasmar el arte de
Dios que sentimos a través de los ojos, pero como en las demás disciplinas
trasciende con mucho lo puramente estético.
La música es la más inmediata de todas las artes. Es efímera
y una vez representada nunca podrá volver a ser representada igual. Es en la
única en la que existe un intérprete entre el artista y su público. Es pasional
y apela a las emociones de forma más directa y obvia que las otras dos. Tiene
la peculiaridad de que se puede compartir el proceso creativo, es menos
solipsista, cosa impensable en la pintura o la literatura. Cada uno de los
miembros en una banda de jazz que tocan estilo jam pone su granito de arena. A
ratos uno lleva el timón, luego otro, y luego un tercero, y así sucesivamente
hasta cuantos músicos estén tocando. Todos están en una misma armonía, en una
misma clave y se comunican a través de la música. Se escuchan, se dan espacio y
crean juntos. Desde luego esto no sería aplicable a la música clásica, ya que
separa claramente la representación del proceso creativo. Pero no creemos que
monopolice ésta toda expresión artística musical.
La literatura es imperecedera. Se escribe una vez pero se
manifiesta muchas, tantas como sea necesario. Narra historias y comparte ideas.
La palabra es su medio de expresión, apela directamente al intelecto, se mueve
en el mundo de las ideas. A pesar de ser su forma mayoritariamente abstracta,
también la tiene física, y en ambas puede alcanzar la belleza. En la poesía la literatura se convierte en
música pero sigue siendo literatura. Se expresa también a través del saber y es
el saber una de las metas que con más ahínco lucha por alcanzar.
Entendemos que existen otras expresiones artísticas, pero en
nuestro acercamiento subjetivo y tras meditarlo tiempo, creemos que este triangulo
contiene el equilibrio entre las expresiones más puras y que de él derivan el
resto. El cine, por poner un ejemplo, no es más que una conjunción de las tres.
Utiliza tanto recursos plásticos, como musicales, como
literarios.
El artista
“If I can produce only one beautiful work of art I
shall be able to rob mailce of its venom, and cowardice of its sneer, and to
pluck out the tongue of scorn by the roots.”[1]
En “The nightingale
and the rose” Wilde abre la escena con un estudiante desconsolado. Llora por
que una joven de la que cree estar enamorado le ha prometido que bailará con él
en el baile de la noche siguiente si le trae una rosa roja. No entiende por qué
en su jardín tiene rosas de todos los colores menos roja. Un ruiseñor desde un
roble le escucha llorar y se conmueve. Cree estar ante el amor verdadero, ese
amor que le canta a la luna todas las noches y al sol por las mañanas. Afligido
vuela por los jardines de la zona, de rosal en rosal, en busca de la ansiada
flor. Por fin llega a uno del que le han dicho crecen rosas rojas. Sin embargo,
debido a una helada se han congelado los capullos y este año no tendrá flor. Aún
así el Ruiseñor insiste, hasta que el rosal le cuenta una terrible manera de
conseguir una rosa roja:
“…you must build it out of music by moonlight, and
stain it with your own heart’s-blood. You must sing to me with your breast
against a thorn. All night long you must sing to me, and the thorn must pierce
your heart, and your lifeblood must flow into my veins, and become mine.”[2]
El ruiseñor no
duda. A pesar de su amor por la vida, considera que el Amor es lo más
importante y decide sacrificarse por él. Así canta toda la noche, todos los que
lo oyen lloran emocionados por la belleza de su cantar, la espina se le va
clavando más y más honda, hasta que por fin al salir el sol le atraviesa el
corazón, la rosa se torna roja y el ruiseñor cae muerto.
Al despertar, el
estudiante se alegra mucho al encontrarla. Corriendo va a la casa de su amada.
Al legar se la ofrece, pero ella le dice que no va a juego con su vestido y que
además, el hijo del chambelán le ha regalado joyas de verdad, que como todo el
mundo sabe, son mucho más valiosas. El estudiante enfadado reniega del amor, se
enfada y tira la rosa al camino, por donde pasa una carretilla y la aplasta.
El ruiseñor encarna
la verdadera esencia del artista. En primer lugar el ruiseñor está enamorado
del mundo. Sus ojos solo ven arte, vive cantando y haciendo felices a aquellos
que le escuchan, canta sobre el Amor, tema que ha conseguido captar y entender
en su vertiente imperecedera, pura. Haría lo que fuera por el Amor. Así decide
sacrificarse y morir por él. El proceso es largo y doloroso; escribe, pinta,
con su propia sangre y lo hace por la noche, en la oscuridad, a la tenue luz de
la luna. Da su vida por el Amor. Su sacrificio se torna en una rosa roja
perfecta. Después el estudiante, la sociedad, al no poder darle uso, la
deshecha y reniega.
Todo gran artista
se ha sacrificado por el arte. Su trabajo es el de sublimar el dolor
convirtiéndolo así en amor. El de explorar las tinieblas y la luz, el odio y el
amor, la alegría y el sufrimiento; trabajarlo y convertirlo en Arte. En este
sentido, en el “De profundis” Wilde dice que Jesucristo es el prototipo de
artista en el que todos los demás deberían mirarse reflejados. El hombre que
sufrió en la cruz por liberar a la humanidad del sufrimiento, por su salvación
eterna. En su calidad necesariamente humana y no de hijo de Dios, el artista
debe hacer lo mismo.
“Poesía son los ojos que
vislumbran la belleza,
así
en lo más sublime de la aurora,
como en la oscura maleza.”
La primera
condición para ser artista es la de ver en el mundo tan solo arte. La estética
debe estar al servicio del arte. Es
necesario desarrollar la sensibilidad hasta el punto en el que, como se abre el
capullo dando paso a la flor, se abra tu alma dando paso al arte. “El arte de
Dios” es al artista lo que el sol es a la flor.
La siguiente es la
de tener la capacidad de sacrificio para poder plasmar ese “arte de Dios” en tu
arte propio. Cuan fidedignamente lo hagas es cuestión de trabajo. Después debe
el artista desarrollarse intelectualmente, saber qué han hecho los artistas que
le preceden, tener su propia filosofía, entender a su manera los misterios de
la creación, la sociedad en la que vive, la historia, el mundo. El artista debe
creer en su mundo, sus ideas y trasmitirlas a través de su arte. Casi todos los
grandes artistas de la historia han sido buenos humanistas. Decía Wilde que él
hizo del arte filosofía y de la filosofía un arte.
El artista debe
trabajar la técnica de la disciplina en la que se quiere expresar, potenciar su
virtuosismo a través del trabajo y la práctica para poder así tener más
libertad a la hora de expresarse. Aristóteles divide la virtud en dos grupos,
la dianoética y la ética. La ética rige la costumbre y el carácter de la
existencia. La dianoética es la virtud intelectual. Dentro de la dianoética
coloca al arte, la prudencia, la ciencia la intuición y la sabiduría. El origen y el progreso de la dianoética es
la enseñanza, y por eso requiere
experiencia y tiempo.
El artista tiene
que haber amado y sufrido, y vuelto a sufrir y vuelto a amar… Ya que son estas
dos emociones las más fértiles a las que tiene acceso el alma humana.
Por último el
artista debe tener talento. Aunque solo sea una pizca, que luego podrá
potenciar con todo lo demás. El talento sin embargo no hace el artista. En
contra de lo que muchos creen, el artista se forja en el trabajo, en el
sacrificio.
El
Arte
El arte en su más puro estado es el de Dios, la
Creación. No ha nacido todavía el crítico que se atreva a decir al ver el sol
caer por el oeste, tras el horizonte, tiñendo el mar de oro rojo, que no le
gusta la variedad cromática. Tampoco ha nacido el que en una noche estrellada,
de esas que nos recuerdan lo diminutos que somos y la infinidad del Universo;
se queje de la poca profundidad del desarrollo de la historia que ante nosotros
se narra. Ni el que tras oír a un ruiseñor cantar haya dicho que le falta
compás.
El hombre en sí
mismo es arte y su obra se puede acercar mucho a la maestría del arte divino,
podrá sentirlo, rozarlo; mas nunca podrá igualarlo, y aun menos superarlo. Es
la Creación el techo, la utopía que tiene como referencia el artista; el espejo
ante el qué, por mucho que oponga a su arte, siempre obtendrá una imagen
borrosa, difuminada, nunca perfectamente nítida.
El arte es el resultado de la dialéctica entre el hombre y
Dios. Y de la emoción que esta produce en el ser humano; aflicción, alegría,
tristeza, sufrimiento, dolor, amor… Es una lágrima que se la cae al alma
humana. Nace en Dios, a través de la estética se cuela en nuestras almas, se
impregna de nosotros y cae por nuestras mejillas rumbo al verso, al mármol, al
color, al violín.
El paso por nuestra alma, es fundamental, ya que el arte verdadero
es aquel que trasciende lo físico. No se trata de reproducir una copia exacta
de una expresión imperfecta, debe pasar por el alma y convertirse en universal,
imperecedero. Wilde lo explica divinamente en un lítotes sublime:
“Truth in art is not any
correspondence between the essential idea and the accidental existence; it is
not the resemblance of shape to shadow, or to the form mirrored in the crystal
to the form itself; it is no echo coming from a hollow hill, any more than it
is a silver well of water in the valley that shows the moon to the moon and
Narcissus to Narcissus.”[3]
El arte es pues la unidad de
algo consigo misma, lo exterior rendido a la expresión de lo interior, el alma
encarnada.
Mucha tinta ha corrido sobre la cuestión de donde nace el
arte, si en el amor o en el sufrimiento. El arte está en todo, pero hay ciertas
emociones que calan más hondo en el alma humana. La concepción generalizada es
que nace en el sufrimiento, Wilde lo llama “the
supreme emotion”. Por eso traza el paralelismo con Jesucristo, ya que este
convierte el sufrimiento humano en amor, lo sublima. Sin embargo, el
sufrimiento no es la única emoción que experimentamos. Tal vez sea la más
terriblemente embriagadora, pero no posee el monopolio de las emociones divinas.
Lo verdaderamente fundamental es por lo tanto, el amor. Es el amor el que
sublima toda emoción, convirtiéndola en Arte.
“He who can look at the loveliness of the world, and
share it’s sorrow, and realize something of the wonder of both, is in immediate
contact with divine things, and has got as near to God’s secret as anyone can
get.”[4]
El arte juega un papel de vital
importancia en la existencia humana. Ortega y Gasset describe la verdad como
algo que existe y a la que tenemos acceso. Sin embargo siempre desde nuestro
punto de vista. Dos personas mirando un mismo paisaje están viendo el mismo,
pero desde puntos de vista diferentes. Si hubiesen millones de personas mirando
ese paisaje, y nosotros pudiéramos ver a través de todos ellos, tendríamos una
percepción de la realidad muy fidedigna. Spinoza en su poético panteísmo, dice
que solo Dios tiene acceso a la Verdad absoluta, ya que la ve a través de todos
nuestros ojos.
Cada persona tiene algo que añadir al conocimiento. Se
conoce a través del alma, y el arte hemos dicho que era el alma encarnada. Por
lo tanto es el arte la forma de expresión más elevada posible. A través del
arte los humanos podemos compartir, comunicarnos, unirnos; entre nosotros y con
Dios. Acercándonos así resolver el misterio, adivinar el acertijo, descubrir el
secreto.
Según Wilde, cada
obra de arte es una profecía que se cumple, ya que es la conversión de una idea
en una imagen, su materialización. Cada
ser humano debe ser el cumplimiento de una profecía, pues todos deberíamos ser
la realización de algún ideal, ya sea en la mente de Dios o en la del hombre.
Es en el Arte donde
el hombre hallará su salvación, donde se sublimara convirtiéndolo todo en Amor.
A.M.B.
Mayo de
2011
[1] Wilde, Oscar. “The Profundis”,
“Oscar Wilde plays, prose, writings, and poems”. Everyman’s Library, London,
1991. Página 595
[2] Wilde Oscar, “The knighting Gale
and the Rose”. “The Happy Prince and other Tales”. Bernhard Tauchbitz. Leipzig,
1927. Página 32
[3] Wilde, Oscar. “The
Profundis”, “Oscar Wilde plays, prose, writings, and poems”. Everyman’s
Library, London, 1991. Página 604
[4] Wilde, Oscar. “The
Profundis”, “Oscar Wilde plays, prose, writings, and poems”. Everyman’s
Library, London, 1991. Página 624
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