lunes, 1 de abril de 2013

Nací del olivo


Foto de Alba Morassutti-Vitale



Nací del olivo

Nací del olivo,
y conmigo nació
toda la cultura mediterránea:
egipcios, fenicios,
romanos, griegos,
Italia, Francia, España.
Pirámides y templos,
filosofía y poesía,
el vino y el teatro,
Jesucristo y el Arte.
Bella entre las bellas culturas,
antigua y sólida,
entrelazada y fértil,
verde por fuera y plata por dentro,
por luz de oro iluminada,
difundida acariciándolo todo,
besándolo con sus labios eternos,
                         divinos,
suaves como los de una madre
y encendidos como los de un amante.

De fondo, el siempre azul,
profundo y definido,
Mar Mediterráneo,
raíz fluyente del olivo.

Cada uno de nosotros
una pequeña aceituna,
redonda y suave,
primero verde para después
tornarse oscuro azul violeta,
casi negro,
ausencia de luz
contenida toda
en su voluptuosa figura.

Sí, nací del olivo, nacimos del olivo,
anciano árbol que existe
con su medio en armonía,
viviendo miles de años
sin necesidad de elevarse
y romper el equilibrio,
creciendo orgulloso
y arraigado a la tierra,
en sus pliegues encerrando
antigua sabiduría,
floreciendo lo justo
dando copioso fruto,
y del fruto,
molido en la almazara,
el aceite que nos nace,
tan suave, tan manso,
caldo que nos nutre y alimenta,
que engrasa nuestros versos,
pinta nuestros oleos,
da brillo a la madera
de la que se viste la guitarra.

Hermanados los olivos
se extienden por las lomas,
y admirando el paisaje en las noches
de luna llena,
bajo la luz plateada,
cuando la brisa marina mece las ramas,
uno cree estar contemplando
la mar en calma;
y las olas, que son hojas,
fluyen como versos
que se escriben en el alma.




A.M.B.
Abril de 2013

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