Foto de Alba Morassutti-Vitale
Nací del olivo
Nací
del olivo,
y
conmigo nació
toda
la cultura mediterránea:
egipcios,
fenicios,
romanos,
griegos,
Italia,
Francia, España.
Pirámides
y templos,
filosofía
y poesía,
el
vino y el teatro,
Jesucristo
y el Arte.
Bella
entre las bellas culturas,
antigua
y sólida,
entrelazada
y fértil,
verde
por fuera y plata por dentro,
por
luz de oro iluminada,
difundida
acariciándolo todo,
besándolo
con sus labios eternos,
divinos,
suaves
como los de una madre
y
encendidos como los de un amante.
De
fondo, el siempre azul,
profundo
y definido,
Mar
Mediterráneo,
raíz
fluyente del olivo.
Cada
uno de nosotros
una
pequeña aceituna,
redonda
y suave,
primero
verde para después
tornarse
oscuro azul violeta,
casi
negro,
ausencia
de luz
contenida
toda
en
su voluptuosa figura.
Sí,
nací del olivo, nacimos del olivo,
anciano
árbol que existe
con
su medio en armonía,
viviendo
miles de años
sin
necesidad de elevarse
y
romper el equilibrio,
creciendo
orgulloso
y
arraigado a la tierra,
en
sus pliegues encerrando
antigua
sabiduría,
floreciendo
lo justo
dando
copioso fruto,
y
del fruto,
molido
en la almazara,
el
aceite que nos nace,
tan
suave, tan manso,
caldo
que nos nutre y alimenta,
que
engrasa nuestros versos,
pinta
nuestros oleos,
da
brillo a la madera
de
la que se viste la guitarra.
Hermanados
los olivos
se
extienden por las lomas,
y
admirando el paisaje en las noches
de
luna llena,
bajo
la luz plateada,
cuando
la brisa marina mece las ramas,
uno
cree estar contemplando
la
mar en calma;
y
las olas, que son hojas,
fluyen
como versos
que
se escriben en el alma.
A.M.B.
Abril de 2013
Ole con ole!
ResponderEliminar