Tarde soleada en
el balcón
El
leve sonido de unos pedales que comienzan a oxidarse. Una distante conversación
entre un grupo de ancianos sentados en un banco. Una niña pidiéndole un helado
a su madre para merendar. El canto de unas cotorras en los plátanos del parque.
De
repente un claxon.
Una
ruidosa motocicleta de pequeña cilindrada ruje a lo lejos. Las ruedas de un
carrito de la compra repiqueteando en las baldosas de la acera, persiguiendo a
una señora gorda y teñida de rubio. El bastón de madera de un decoroso señor
mayor con sombrero, traje gris y maletín, golpea el suelo a cada paso. El
carraspeo del girar de una rueda de un mechero cuya llama calienta una piedra
de costo que se quieren fumar dos macarras.
Pían
los gorriones y zurea un palomo solitario.
Cruza
un sonoro monopatín, sobre el que se desliza ágilmente un aún más sonoro
adolescente con pinta de estar enfadado con el mundo. La brisa mueve las hojas
de la libreta que rompe en tímido aplauso. Entra la primera en una motocicleta
deportiva a la que acaba de subirse, de paquete, una rubia delgada. Llega el
tren tracateando, siempre tan provocador. Por un rato, el rumor de su motor en
punto muerto inunda el ambiente, no se oye nada más. Por fin se va, vacio, y
suena la inocente voz de un niño con gorrita roja que monta una diminuta
bicicleta naranja. Los tacones de una exuberante morena, con minifalda y
pintoresco peinado, anuncian su llegada. Las tres ruedas de un patinete rosa
vibran contra el carril bici camino del parque. Chirrían ocultos los frenos de
un coche. El sonido mordido de un sombrero blanco al caer bocabajo; se le ha
volado de la cabeza a una joven. Un simpático perro, tan cansado como su amo,
ladra sin ganas al otro lado de las vías, una sola vez. Sisean los álamos
mecidos por el viento en la Alamedilla.
La
pluma rasga el papel con sonido de piedra afilando un cuchillo. Por un instante
se oye hasta la música que la tierra produce al girar sobre sí misma.
Una
tarde soleada, en el balcón del 7ª-A de la Avenida Campoamor.
A.M.B.
Junio de 2014
Me encanta, me transporta, cada detalle es todo un universo.
ResponderEliminarPrecioso.
Felicidades.
Gracias. ¿Tere tía o hermana?
EliminarTere hermana, pero seguro que a Tia Tere también le encanta...
ResponderEliminar¡Teruky! No te había reconocido en esa prosa tan poética. Muy bonito tu comentario. El flamenco ha desterrado a las fórmulas químicas y poco a poca brota en ti la poesía. ¡Qué bien!
EliminarSituada en la calle Campoamor, sentada en ese balcón, sólo percibiendo los ruidos que describes, ¡que gran placer!
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