En el
jardín de la Casería
Estabas tan graciosa en la suave
luz invernal de la mañana,
envuelta en el alegre manto
del cantar de los pajarillos.
Tan gracioso tu largo y elegante cuello
que nacía de tu pelo recogido
desembocando en el firme trazo de tus hombros.
Tan graciosos tus dedos manchados de tinta negra
del rotring con
el que desordenadamente
anotabas ideas en tu cuaderno
con letra de niña inocente.
Tan graciosa tu presencia verde y callada,
de planta que aguarda la primavera.
Tan graciosa estabas
que el jardín que te enmarcaba
parecía emanar de tu esencia.
A.M.B.
Febrero de 2016