sábado, 2 de enero de 2016

Desayuno sin los niños

Desayuno sin los niños

Ya no quedan niños,
y la vieja casa grande
se ha hecho aún más grande,
                   inmensa.
Un silencio se pasea
triste por los altos techos
sabiendo que no será
interrumpido por griteríos,
llantos y risas.

Ya no quedan niños,
y con ellos se han ido
los discursos atropellados,
y el asombro
por las cosas cotidianas:
por un palo con
forma de serpiente,
por una lagartija,
por un escarabajo
o por una vieja encina caída.

Ya no quedan niños,
ni uno,
ni un solo moflete suave,
ni un solo rizo despeinado,
ni una sola mirada despierta
entre curiosa y tímida,
ni una sola sonrisa conteniendo
toda la inocencia perdida,
ni un ceceo,
ni una sola vocecilla
con timbre de pájaro.

Ya no quedan niños,
y su ausencia deja un vacío
que pesa sobre la vieja casa,
oprimiendo el pecho,
quitándole brillo a la luz.

Ellos no lo saben
pero los niños son
la chispa que enciende
la llama de la vida,
un infinito de posibilidades
aún por definirse,
la eterna esperanza
de un mañana mejor.


A.M.B.
Enero de 2016

3 comentarios:

  1. Que razón tienes Antonio, las distintas personalidades de los niños, son lo mejor.

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  2. Que razón tienes Antonio, las distintas personalidades de los niños, son lo mejor.

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  3. Tú lo dices perfectamente, Antonio. El futuro y la esperanza está en los niños. (Habrá que cuidarlos más).
    Emocionante poema...

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