Me gusta
Me gusta el libro viejo,
en edición de bolsillo,
con tapa vieja y poco
pretenciosa,
con páginas amarillentas
y ese olor tan característico.
Me gusta encontrarlo en
pequeñas librerías
de libros de segunda mano,
olvidado, esperándome, dormido.
Me gusta leerlo glotonamente,
con ansía, doblando su blanda
tapa,
y que al terminar se vea
manoseado,
que se note que se ha leído.
Me gusta que en él se encierre
el infinito.
Me gusta el disco de vinilo,
con sus enormes portadas,
y sus extensas explicaciones
en la contraportada.
Me gusta el sonido de la aguja
al contactar con la materia.
Me gusta su imperfección,
y el respeto que imponen.
Me gusta que pesen,
y que sean redondos,
como la luna llena, como el
sol,
como la tierra.
Me gusta que en él se encierre
la emoción.
Me gusta la carta,
vestida de sobre,
con su sello y
dibujada en tinta su dirección.
Me gusta abandonarla a su
suerte
dejándola en el buzón.
Me gusta que se suba en un
avión,
o en un tren, o en un camión;
y que viaje de Delhi a Nueva
York,
de Salamanca a cualquier otro
rincón.
Me gusta que se suba en una
Vespa,
y callejee con el cartero hasta
llegar a tu buzón.
Me gusta que entre sus
pliegues,
se encierre la comunicación.
Me gusta el viejo traje,
aguardando en un baúl,
al fondo del desván.
Me gusta su corte y su botón.
Me gusta su chaleco,
su chaqueta y su pantalón.
Me gusta sacarlo del baúl,
mirarlo, tocar su material,
probármelo y sentir otra vez
la maravillosa sensación,
de darme cuenta
de que no necesito ni cinturón.
Me gusta que sus cosidos
encierren la elegancia.
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